martes, 10 de marzo de 2009

Una crítica a los "Progres" K

La siguiente nota, elaborada por el profesor universitario Luis Lafferriere, director del Proyecto de Extensión “Por una nueva economía, humana y sustentable” de la UNER, fue redactada a los efectos de dar respuesta a un artículo del Dr. Ricardo Forster. La tomamos para su reproducción, porque entendemos que es un aporte al necesario debate que debe darse en el campo popular respecto del rol de los intelectuales “kooptados” y de su funcionalidad con el proyecto de los sectores dominantes en la Argentina.



Agro: critican a los productores y defienden a los monopolios

Es lamentable y preocupante el comportamiento que vienen asumiendo muchos intelectuales, con anteriores experiencias y trayectorias supuestamente progresistas, que en su afán de defender las políticas llevadas a cabo por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, generan con sus opiniones una peligrosa y dañina confusión. No se puede ignorar esta criticable actitud que sólo ve la realidad del país con el ojo tuerto (una parte, la que más le conviene), pero ignora la realidad completa, que es una forma de terminar en una gran mentira. Entre otras cuestiones, esto se evidenció claramente en el caso del conflicto protagonizado por los productores agropecuarios, quienes liderados por las cúpulas de las entidades ruralistas se enfrentaron a la medida gubernamental del fuerte aumento de las retenciones a las exportaciones del sector, defendiendo su participación en la renta. Vuelve a la escena el problema y vuelven los escribas k, en este caso en un artículo de Forster sobre lo que denomina “la restauración conservadora”.

Hay un elemento que caracterizó el discurso de los kooptados, tanto el año pasado como en los últimos días, y es el de criticar a todos los productores agropecuarios que reclaman, sin diferenciar las demandas y las dificultades de los más pequeños. Al poner en la misma bolsa a sectores con claras diferencias de tamaño y poder económico, de costo y de rentabilidad, caen en el mismo error de las políticas pretendidamente “redistributivas” del kirchnerismo, que lo que producen es una mayor concentración de la producción y de la propiedad de la tierra. Pero a la vez, cometen otro grave error: “olvidarse” de criticar, como se “olvida” el discurso oficial K, a los principales beneficiarios de la patria de los agronegocios más concentrados: que son los monopolios del comercio exterior de granos. Antes de noviembre del 2007 fueron esos sectores quienes declararon ventas externas por anticipado por el valor de la producción de todo un año (caso soja), cuando aún no se había comenzado a sembrar. La maniobra permitió congelar precios y alícuotas al momento de la declaración anticipada de venta externa. Luego, aunque suban las mismas y los monopolios deduzcan un monto mayor al productor en el momento que le compran, sólo declaran al fisco la cantidad inferior. Todas las ventas anticipadas eran falsas, con el objetivo de evadir, pero la maniobra se llevó a cabo igualmente y las ganancias serían astronómicas, como realmente sucedió luego.

Para marzo de 2008 ya habían declarado ventas por dos años de producción. Y la resolución 125, al disponer retenciones que llegaron al 50 % del precio del producto, permitían que los grupos empresarios concentrados (en la industria aceitera y la exportación) sólo depositaran alrededor del 25 % promedio. El resto se lo apropiaron como un enorme tributo K al imperio de los poderosos. Algo inédito en la historia de la Argentina (desconozco que haya casos parecidos en el mundo). Un impuesto que cobran para sí los capitales más concentrados, en perjuicio de los productores y del Estado (de todos). Ninguno de los progres K (ni Forster, ni Libres del Sur, ni ninguno de los “nac and pop”) dijeron algo sobre este fenomenal saqueo, que era posible por una fenomenal entrega. Y este saqueo, más otros similares que permite este gobierno a favor de los exportadores de granos, continúa hasta hoy. Por eso digo, no hay peor ciego que el tuerto que mira sólo lo que le conviene (para tapar lo repudiable). Pero, además, reitero lo que sostuve en numerosos escritos durante el conflicto del año pasado: que generó una falsa división en la sociedad y que no permitió el verdadero debate. Las dos partes, Gobierno K y entidades ruralistas, se pusieron la camiseta del modelo neocolonial de monoproducción de soja transgénica, modelo que vinieron ambos impulsando desde hace años y que además usufructuaron en el reparto que hacían de la parte de la renta diferencial de la tierra que capturaban (la que les dejaban como resto los grandes monopolios de los agro negocios),

Desde el año 2003, la producción sojera creció casi un 50 % con la política de Néstor K (continuidad esencial del menemismo de los '90), y fue el propio presidente quien se encargó de defender el ejemplar modelo sojero en el exterior. Lo hizo en EE.UU. en mayo de 2004, cuando en Nueva York endiosó al luego denostado yuyo en un diálogo público con Krugman, al afirmarle que “la soja argentina es de calidad” y sugirió crear junto con Brasil “la OPEP de la soja”. También lo hizo en Venezuela ante Chávez y en Cuba ante Fidel, cuando patrocinó como embajador sojero al rey local de la soja Gustavo Grobocopatel. También la actual Presidenta, hizo campaña en Córdoba del brazo del legislador más rico del Congreso y uno de los dueños de Aceitera General Deheza, de las cinco principales empresas exportadoras del complejo sojero y beneficiarias de la legislación K que permite cobrarles retenciones a los productores y pagar sólo la mitad al fisco.

De la mano del modelo neocolonial de soja transgénica fueron expulsados decenas de miles de micros y pequeños productores del agro, fueron perseguidos y expulsados violentamente de sus tierras miles y miles de campesinos, y taladas cientos de miles de hectáreas de montes y bosques nativos, además de la mega contaminación de los millones y millones de litros de glifosato en todo el territorio. En esto no fueron sólo los grandes productores los principales responsables (que además han sido beneficiados de las políticas agropecuarias k), sino también los grandes monopolios extranjeros, y los gobiernos K provinciales que no vacilaron en depredar el ambiente y reprimir a los campesinos y aborígenes. A todo esto lo ocultan los kooptados. Por eso es repudiable la actitud de ciertos intelectuales que detrás de una sesuda verborragia académica, o de una supuesta trayectoria progre, sirven de aval ideológico a los verdaderos dueños del poder, y desvían falsamente el eje del debate. Es el modelo productivo el que debe cuestionarse, y a los mentores y beneficiarios principales del mismo. Y a esto no lo hacen ni el gobierno K (ya que trabaja para esos intereses) ni las entidades ruralistas (que sólo desean un porcentaje mayor de la tajada de la gran torta de la renta agropecuaria argentina). Tampoco lo hacen, lamentablemente, los kooptados que prefieren la comodidad y el calorcito de la cercanía al fogón oficial, que mirar la realidad con los dos ojos y denunciar lo que corresponde, aunque ello signifique perder ciertos privilegios y romper con quienes detentan el poder político o económico.

Respecto de la criticada “corporación mediática” que cuestiona Forster en su artículo, por defender los privilegios de los dueños de la tierra, hay tanto para cuestionarle que lo dejo para otra ocasión. El mismo ojo tuerto, pero ahora sobre los medios de comunicación. Los tradicionales grupos empresarios multimediáticos de la derecha, que han sido beneficiados ampliamente por el decreto 527/2005 donde Néstor K les regala más de veinte años del espacio que pertenece a toda la sociedad; hasta los que ha tomado el gobierno para su uso directo, como Página K o Ambito K Financiero; dan mucha tela para el análisis. Lo mismo que la política de manipulación vergonzosa de los fondos de la publicidad oficial, o los innumerables actos de censura a periodistas y medios críticos de su gestión, o la confiscación alevosa que hacen de los equipos de las pequeñas FM comunitarias que no acuerdan con la política oficial.

En síntesis, hoy en la Argentina, o se está con los sectores dominantes, impulsores del proyecto de concentración, saqueo y genocidio (por acción u omisión, o por ambos); o se está con los sectores populares y en contra del proyecto dominante. Nuestra crítica es política y no personal, a menos, claro está, que las personas asuman la defensa de las políticas del imperio y de sus socios locales del capital más concentrado. Esa es mi humilde y modestísima opinión.

Luis Lafferriere
Paraná, 5 de marzo de 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario