“…de consiguiente, la franqueza y las relaciones de amistad existentes y los Estados Unidos y esas potencias (Gran Bretaña, Francia, el imperio Ruso del Zar, holanda, etc.) nos obligan a declarar que consideramos peligroso para nuestras paz y seguridad toda tentativa por parte de ellas para extender su sistema a una porción cualquiera de este hemisferio”[1].
Desde fines del siglo XIX las políticas estadounidenses tienden a ser directamente imperialistas, lo que merece una reflexión por parte, no sólo de todos, si no más bien de la sociedad norteamericana. “La política del garrote” del “colorario Roosevelt” no termina, sigue en pie tomando otros colores. En 1929- 33 surge el “Nuevo trato” como política exterior, cuya política es puesta a prueba posteriormente, una vez triunfante la revolución cubana declarada socialista, en la Bahía de cochinos. Los bloques siguieron, el imperialismo comercial también, ahora se agregaba la intervención militar.
En 1965, la intervención militar de Nicaragua forzada por el presidente estadounidense Lyndon Johnson, quedó demostrado que por más que entre en crisis la educación, de la cultura, por más que los avances tecnológicos nos acerquen cada vez más, la democracia es incompatible con el imperialismo, es pensar en algo irrealizable si no se corta la relación de dependencia con los Estados Unidos en particular y de todo imperialismo en general. Como algunos lo llaman la última estación de la política de una cultura, el imperialismo no se contrapone para nada con la democracia estadounidense, con las repúblicas hechas bajo el calco y la copia, con constituciones forjadas en una la matriz Yankee. Entonces, lo que queda para las nuevas generaciones, como legado de todo pueblo despojado de identidad, es crear un nuevo tipo de política, un nuevo tipo de cultura, siguiendo los caminos de los rublos que vienen luchando por la autodeterminación y la soberanía política y económica.
Hoy Honduras vive sobre las garras de los huitres y chacales, como diría el Che, nuevamente los títeres del imperialismo Yankee someten con armas de todo tipo al pueblo generando el terror y la desesperación. En estos momentos se hace necesario apoyar al pueblo, no dejarlo caer, hacer llegar nuestras adhesiones y poner el grito en el cielo ante la intervención militar.
Nuevamente en nuestra América, así como en épocas de Sucre, Bolívar, San Martín, Artigas, etc., o, como también en momentos de las revoluciones obreras y campesinas, los pueblos del mundo ven pasar nuevos vientos, depende de estos detenerlos y darles su heroica forma. Lo que sucede hoy en Honduras, necesariamente, necesita que la comunicación, como motor del flujo informativo, haga rodar por todas partes el repudio.
[1] América Latina y Estados Unidos. Biblioteca fundamental del hombre moderno, CEAL S.A (1971).
Mario Daniel Villagra
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